Filosofía
Conservamos en nuestra esencia el carácter del labriego, que bendice el tacto de la arcilla cálida al hundir las manos en la tierra. Con la modernización de la bodega, nada más despuntar el siglo XXI, incorporamos la tecnología que nos permite cumplir un riguroso control de la calidad, pero el olor de la tierra nos impide alejarnos del lecho en penumbra de las vides y de la luz que irradia la floración. Es la fuerza del legado familiar.
La memoria del saber heredado nos acompaña para reconocer si las nuevas yemas darán buena cosecha o cómo recortar las vides para que el sabor se concentre en las bayas. El tiempo nos ha ayudado a conservar las viejas viñas y combinarlas con nuevas técnicas para mejorar el rendimiento del trabajo y obtener unos vinos colmados de matices.