Una reverencia al arte del tiempo

Las antiguas tierras del Reino de León, con sus vientos gélidos en la profundidad del invierno y veranos bochornosos, cincelan el temperamento de unos vinos con fuerza y distinción. Les dan su carácter las viejísimas viñas centenarias de baja producción, custodiadas con celo y cosechadas a mano.

Sobre los suelos de grava, donde resonaron los cascos de caballería de los caballeros templarios, crecen racimos perlados de Tempranillo y de las variedades autóctonas Tinta de Toro y Prieto Picudo.

La cuidada producción de la bodega ofrece una completa variedad de tintos jóvenes con acordes de madera noble, complementados con la autoridad de crianzas elegantes, a la altura de las carnes asadas, los productos de matanza y las ricas legumbres de la tierra.


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